sábado, 21 de noviembre de 2009

Besar no amando

Tomando como referencia un poema de un mexicano de antaño (Juan de Dios Peza) llamado "Reir llorando" que ud puede encontrar más abajo en este blog y deberá elegir en que orden leer; he aquí mi humilde creación que lo transforma para adaptarlo a la sociedad de este siglo.


BESAR NO AMANDO


Era Lina una mujer

a la que siempre admiraban;

quienes la vieran mover

un “Es hermosa” pensaban.


Cada hombre que, cansado

con el trajín de su vida,

la miraba un segundo,

encontraba la salida.


Visitó un día al doctor,

llena de melancolía,

una mujer con dolor

porque el amor no tenía.


“No he entregado el corazón

ni he tenido la experiencia

de lograr con la pasión

recibir una ganancia”


- Visita otros países

y conoce varia gente.

- He gozado muchos viajes

pero sin nadie importante.


- Lánzate, busca la fama

y consigue dinero

- Me tratan como a una dama

y compro todo lo que quiero.


- Que alguien te de una caricia

sólo por estar contigo

- Sufriría de avaricia

pues al que quiera consigo.


- No entiendo lo que te pasa

mas te puedo aconsejar:

llama a Lina y conversa,

ella experta en amar.


- ¿A Lina me estás diciendo?

- Si, ella conoce a los hombres,

siempre la están persiguiendo

y sabe todo sobre amores.


- ¿Seguro me ayudará?

- Claro que sí, ¿por qué dudas?

- Yo sé que no servirá,

es mi nombre el que pronuncias.


Muchos hay en este tiempo

que de cariño no saben,

pues entregan todo el cuerpo

pero nunca se complacen.


Por eso cualquier gemido

hoy no puede ser confiable

ya que siempre hay escondido

algún hecho lamentable.


Si estás solo en un rincón

creyéndote desdichado,

distrae a tu corazón

en labios que no has besado.


Con máscaras de color

podemos tomar dos cursos:

o dar besos sin amor

o amar sin regalar besos .

Reir llorando

Viendo a Garrik —actor de la Inglaterra—
el pueblo al aplaudirle le decía:
«Eres el mas gracioso de la tierra
y el más feliz...»
Y el cómico reía.

Víctimas del spleen, los altos lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen en carcajadas.

Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrío:
«Sufro —le dijo—, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.

»Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única ilusión, la de la muerte».

—Viajad y os distraeréis. — ¡Tanto he viajado!
—Las lecturas buscad. —¡Tanto he leído!
—Que os ame una mujer. —¡Si soy amado!
—¡Un título adquirid! —¡Noble he nacido!

—¿Pobre seréis quizá? —Tengo riquezas
—¿De lisonjas gustáis? —¡Tantas escucho!
—¿Que tenéis de familia? —Mis tristezas
—¿Vais a los cementerios? —Mucho... mucho...

—¿De vuestra vida actual, tenéis testigos?
—Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.

—Me deja —agrega el médico— perplejo
vuestro mal y no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Garrik, podréis curaros.

—¿A Garrik? —Sí, a Garrik... La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquél que lo ve, muere de risa:
tiene una gracia artística asombrosa.

—¿Y a mí, me hará reír? —¡Ah!, sí, os lo juro,
él sí y nadie más que él; mas... ¿qué os inquieta?
—Así —dijo el enfermo— no me curo;
¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta.

¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!

¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro ríe!

Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma,
un relámpago triste: la sonrisa.

El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.