sábado, 10 de abril de 2010

Un bolsillo roto por amor

- Dale, seguí regalándole tu vida. -


Eso era lo que le decía su mamá cada que veía como se derrumbaban sus sueños.


Con su guitarra llena de polvo en un rincón y 10 fotos de su novia en el lugar especial de la habitación que hace unos meses solían ocupar únicamente objetos musicales.
Eduardo había cambiado sus comportamientos habituales.


Los fuertes y rasgados acordes de su guitarra eran lo más grande en todos sus días, vivía para ser felíz ejecutándolos y divulgaba a 7 voces y pleno de alegría que que estaban metidos para siempre en su corazón.


Un día conoció a una muchacha que dijo amarlo; él decidió demostrarle que también la amaba y, a partir de ese momento, todo lo anterior perdió siginificado.


No pudo volver a tocar su guitarra por tocarla a ella, y no le dolía ni le importaba... ¿¿Por qué habría de pasar si estaba junto a ella y eso era lo único que quería??


Frente al continuo reproche de su mamá nunca decía nada, pero pensaba para sus adentros - ...Yo no le estoy regalando nada a nadie...Regarle mi vida?!, PFF!! si mi vida es ella..Mi mamá no entiende que por fin aprendí qué es el amor. -


Años más tarde, solo en su habitación, Eduardo comprendió que Marcela le había dejado una gran lección: En esa época él no sabía nada de la vida.
Y lo único que pudo hacer fue entonar en su guitarra un nostálgico "perdonáme rock and roll yo te olvidé".