sábado, 9 de octubre de 2010

Amor de cama

Cuando lo conoció tenía 16 años y estaba terminando el bachillerato; él tenía 25 y era profesional. No había estrenado su juventud y nunca había bailado con un chico que le gustara; él estaba cansado de sus aventuras joviales y con más de una mujer había traspasado las fronteras del baile.

El día en que sus caminos se cruzaron le habló desprevenidamente; él escuchó distraído. Supo que a ella le gustaba pintar y tenía grandes facultades para hacerlo; esto le fascinó tanto que incrementó el valor de la belleza que lo había atraído inicialmente.

Quizo entrar en su vida y ella lo dejó. Él no podía negar que la deseaba, su hermosura lo deslumbraba y la capacidad artística lo seducía.

Ella quería mantener su pudor; disfrutaba su compañía pero no estaba dispuesta a acostarse con él. Le explicó sus razones, tenía una guerra interna que debía solucionar porque no tenía certeza sobre sus sentimientos.

Él intentó entenderla y no quiso marcharse, prefirió poner de su parte para alcanzar las circunstancias que ella precisara. Ella valoró ese gesto y sintió alegría de compartir su vida con él.

Juntos decidieron soportar y suavizar la ansiedad y angustia que en algunos momentos generaba la espera; él trataba de no mirarla para no inquietarse, pero en sus ojos se reflejaba el placer de tenerla. Ella no lo acariciaba para no estimularlo, pero sus gestos transmitían la dicha de sentirlo.

Era díficil para ambos enfrentar esa situación, así que entre sonrisas y abrazos guardaban la esperanza de que llegaría el día en que pudieran articularse en uno.

Una tarde como cualquier otra, ella recibió una oferta que no podía rechazar: Una beca en París para sus estudios superiores en pintura. Inmediatamente sus pensamientos la condujeron a él; sintió dolor por tener que dejarlo.

Cuando él lo supo lamentó tener que verla partir; quisieron inmortalizar el último momento juntos, aunque ella sabía que el hecho de no volverlo a ver en un tiempo era una razón para no retirar su negativa.

Él le dijo que pasaran esa noche juntos, ella aceptó precisando que no harían el amor.

De la mano la llevo a su cama y se acostaron uno frente a otro; él acarició su frente mientras la miraba profundamente, perdido en su cara. Ella se encontró en sus ojos y le respondió con una sonrisa abierta; le pasó el brazo por encima y buscó su pecho para sosegarse; él tropezó con su boca.

En el beso se durmieron y al amor le bastó con eso.

sábado, 26 de junio de 2010

EL CIELO ES AZUL Y NARANJADO (Dos)

--El cielo se alcanza cuando falta nada y un cuarto para 50--


Andy estaba convertido en un gran escritor de teatro, bajo un seudónimo con el cual no podían reconocerlo.

Durante el día se dedicaba a sus labores ordinarias como editor de una revista y, ocasionalmente, era actor de un entretenido show televisivo de baja rotación.

Algunos afirmaban que quien viera su imagen a través de las pantallas se enamoraba de él, otros decían que se enamoraba de él quien descubriera sus pensamientos más íntimos.

Él se preguntaba que pasaría el día en que alguien conociera esos pensamientos a través de una pantalla de televisión, ¿¿sería la manera más efectiva de conquistar a la mujer que quería?? Podría hacerlo fácilmente: se sienta frente a una cámara, destapa su corazón y le muestra la grabación; sin embargo no se decidía a desarrollarlo, pues a pesar de que se deleitaba con los anteriores comentarios, porque sabía que eran halagos, no quería que esos fueran los únicos atributos que recordaran de él; así que su vida proseguía, esperando a que fuera el tiempo o, tal vez, el destino quien se encargara de acercarlo al amor sincero.

Desde de los 10 años, cuando motivado por una de sus maestras comenzó a escribir formalmente, había acumulado 49 obras, se decía que le faltaba nada y un cuarto para completar las 50; nada porque tenía muy claro lo que debía hacer para terminarla: un cuarto en el que pudiera rematarla tranquilamente.

Cierto día caminaba sonriente y despreocupadamente por las calles de su ciudad, cuando una nueva tienda de dulces llamó su atención “orange” leyó en un luminoso letrero a su entrada, ingresó más por curiosidad que por deseos de consumir; acto seguido fue abordado por un hombre de baja estatura, empleado de la tienda, que le solicitó por favor alcanzar un artículo de gran tamaño que estaba intentado pasarle una de sus compañeras desde el segundo piso del almacén; cuando Andy recibió el aparatoso elemento descubrió la cara de la mujer que se lo había entregado y al mirar sus ojos sintió que había alcanzado el cielo...tan azul y naranjado como de niño lo había soñado.

sábado, 10 de abril de 2010

Un bolsillo roto por amor

- Dale, seguí regalándole tu vida. -


Eso era lo que le decía su mamá cada que veía como se derrumbaban sus sueños.


Con su guitarra llena de polvo en un rincón y 10 fotos de su novia en el lugar especial de la habitación que hace unos meses solían ocupar únicamente objetos musicales.
Eduardo había cambiado sus comportamientos habituales.


Los fuertes y rasgados acordes de su guitarra eran lo más grande en todos sus días, vivía para ser felíz ejecutándolos y divulgaba a 7 voces y pleno de alegría que que estaban metidos para siempre en su corazón.


Un día conoció a una muchacha que dijo amarlo; él decidió demostrarle que también la amaba y, a partir de ese momento, todo lo anterior perdió siginificado.


No pudo volver a tocar su guitarra por tocarla a ella, y no le dolía ni le importaba... ¿¿Por qué habría de pasar si estaba junto a ella y eso era lo único que quería??


Frente al continuo reproche de su mamá nunca decía nada, pero pensaba para sus adentros - ...Yo no le estoy regalando nada a nadie...Regarle mi vida?!, PFF!! si mi vida es ella..Mi mamá no entiende que por fin aprendí qué es el amor. -


Años más tarde, solo en su habitación, Eduardo comprendió que Marcela le había dejado una gran lección: En esa época él no sabía nada de la vida.
Y lo único que pudo hacer fue entonar en su guitarra un nostálgico "perdonáme rock and roll yo te olvidé".

domingo, 14 de febrero de 2010

EL PROBLEMA ESTÁ EN LA HINCHADA

"El que lo entendió lo entendió"

Durante más de una década se había sentido orgulloso de su pierna izquierda. Alardeaba estar por encima de cualquier otra, tanto en tamaño como en cualidades. Nunca le fallaba, por más que el resto de su cuerpo se viera debilitadado ésta le daba la determinación para continuar y soñar con un mejor porvenir.

Al menos así parecía, así decía el vivirlo.

La labor de Ignacio es jugar fútbol y la de su pierna, demostrar que las malformaciones pueden superarse, que no necesariamente son impedimentos. Sí, hay un defecto físico en su pierna izquierda: es un poco más gruesa que la otra y un tanto más en proporción con todo su cuerpo.

Desde hace unos meses a Ignacio las cosas no le salen bien. Por un lado, en su cabeza parece haber confusión al tener que cargar con todo lo que, como persona, representa para el fútbol y para la sociedad; por otro lado, ante tanta presión su cuerpo no responde como él quisiera sino que demuestra grandes síntomas de enfermedad; y por último, su pierna izquierda, la que debería ser su mayor fortaleza, se ha dedicado a ir en contravía de sus decisiones. Como cuando él la interpuso entre un delantero del equipo rival y el arquero del suyo para evitar que el balón impactara la red, y su pierna le dió al balón un efecto tal que pareció que su intención era anotar en la propia portería. Justo como sucedió.

A pesar de esto, Ignacio seguía consintiendo a "La Hinchada", como se refería con cariño a su pierna izquierda haciendo alusión a su dimensión. Frecuentemente adquiere nuevos accesorios para adornarla, ante cualquier síntoma de molestia se toma el tiempo necesario para relajarla; está siempre pendiente de atender sus requerimientos y darle el trato especial que se merece.

Durante los días de crisis, un deportólogo, que aunque no tenía ningún tipo de contacto cercano con Ignacio conocía muy bien su situación y por eso se sentía en capacidad de hacer un diagnóstico, decidió realizarlo para si mismo, pues no se atrevía a lanzarlo a los cuatro vientos, y en medio de sus reflexiones murmuró "El problema está en la hinchada".