lunes, 14 de septiembre de 2015

Del amor y la muerte..


Hay cosas que sabemos siempre pero que concientizamos poco, esta es una de ellas:
En este mundo nos movemos continuamente entre el amor y la muerte, y no conocemos el momento exacto en el que nos atrapará alguno de los dos. Afortunadamente, cuando el primero lo hace, tenemos opciones, de las cuales las más extremas son encararlo o ignorarlo. Para la muerte, no tenemos nada que hacer, alguna vez me dijeron que era lo único en la vida que no tiene remedio y es cierto.  De manera que la muerte nos puede llegar de repente y no darnos tiempo de disfrutar todo el amor que teníamos adentro.
Saber eso le hace a uno tomar la decisión de profesar ese amor y correr los riesgos que haya que correr, teniendo cuidado de no caer en las trampas del amor. Como dicen Los fabulosos Cadillacs, “No quiero morir sin antes haber amado pero tampoco quiero morir de amor”.
Y es que el amor puede matarlo a uno internamente sin uno darse cuenta, cuando nos quedamos apegados a un sentimiento que no tiene sentido y que confundimos con el amor puro, ese que nos hace sonreír por cada pequeño instante que compartimos con la otra persona. También lo mata  a uno cuando se deja absorber por las inquietudes de querer saber si el sentimiento es compartido y la incertidumbre del qué pasará después. …el después… Dice otra muy buena banda que  "que importa del después, las nubes del ayer y lo que pudo ser". Con esto reafirmo que para encarar al amor y evitar que a uno lo mate la incertidumbre hay que olvidar las historias del ayer, las propias y las del otro, y dejar que el sentimiento fluya, vivir cada momento y dejar que fabrique su propio camino, eso sí, encargándose de que sea lo más placentero y menos rocoso posible.
Y para hacerlo hay que ser coherente con lo que se siente, si estoy amando a una persona, decidida a querer compartir todo con él, no tengo motivos para estar buscando en otros ese sentimiento.
Encarar al amor antes de que nos encare la muerte es un tema de decisión: decidirse a abrir el corazón y expresar los sentimientos, a ser sincero con uno y con los demás.